"No escribo para ser entendido, escribo para comprender"

Robert Cecil Day-Lewis (1904-1972),
poeta irlandés

domingo, 9 de diciembre de 2012

"Argonautas", de Yorgos Seferis



ARGONAUTAS
Yorgos Seferis

Y un alma
si quiere conocerse
en un alma
ha de verse:
al extranjero, al enemigo, los vimos en el espejo.

Los compañeros eran bravos muchachos,
ni la fatiga ni la sed ni las heladas
les hacían gritar,
tenían los modales de los árboles y de las olas
que acogen al viento y a la lluvia
acogen a la noche y al sol
sin cambiar en medio de los cambios.


Eran bravos muchachos, días enteros
sudaban en los remos con los ojos bajos
respirando cadenciosamente
y su sangre enrojecía una piel dócil.


Cantaron una vez, con los ojos bajos,
cuando doblamos la isla abandonada de las opuncias,
hacia el oeste, más allá del cabo de los perros
que ladran.


Si quiere conocerse, decían,
en un alma ha de verse, decían,

domingo, 18 de noviembre de 2012

"La obra y el poeta", de R. F. Burton



LA OBRA Y EL POETA


El poeta hindú Tulsi Das compuso la gesta de Hanuman y de su ejército de monos. Año después, un rey lo encarceló en una torre de piedra. En la celda se puso a meditar y de la meditación surgió Hanuman con su ejército de monos y conquistaron la ciudad e irrumpieron en la torre y lo libertaron.


R. F. Burton


FUENTE: Borges, J.L.; Bioy-Casares, A.; Ocampo, S. Antología de literatura fantástica.

"Un auténtico fantasma", de Thomas Carlyle




"UN AUTÉNTICO FANTASMA"


¿Habría algo más prodigioso que un auténtico fantasma? El inglés Johnson anheló, toda su vida, ver uno; pero no lo consiguió, aunque bajó a las bóvedas de las iglesias y golpeó féretros. ¡Pobre Johnson! ¿Nunca miró las marejadas de vida humana que amaba tanto? ¿No se miró siguiera a sí mismo? Johnson era un fantasma, un fantasma auténtico; un millón de fantasmas lo codeaba en las calles de Londres. Borremos la ilusión del Tiempo, compendiemos los sesenta años en tres minutos, ¿qué otra cosa era Johnson, qué otra cosa somos nosotros? ¿Acaso no somos espíritus que han tomado un cuerpo, una apariencia, y que luego se disuelven en aire y en invisibilidad?


Thomas Carlyle
Sartor Resartus (1874)


FUENTE: Borges, J.L.; Bioy-Casares, A.; Ocampo, S. Antología de literatura fantástica.


martes, 13 de noviembre de 2012

El Eclesiastés, Capítulo III



El Eclesiastés

Capítulo III

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;

tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;

tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;

tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;

tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;

tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;

tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

viernes, 5 de octubre de 2012

CUENTOS CHINOS: "Dos historias de dragones"





DOS HISTORIAS DE DRAGONES


Al señor Ye le gustaban tanto los dragones que los tenía pintados o tallados por toda la casa. Cuando se enteró de ello el verdadero Dragón de los cielos, voló a la tierra y metió su cabeza por la puerta de la casa del señor Ye, y la cola por una de las ventanas. Cuando el señor Ye lo vio, huyó asustado y casi se volvió loco. Lo cual demuestra que el señor Ye, en realidad, no amaba tanto a los dragones, sólo le gustaba aquello que se le parecía, pero en ningún caso el auténtico dragón.


Chu Ping fue a Chili Yi para aprender a matar dragones. Estudió tres años y gastó casi toda su fortuna hasta conocer a fondo la materia. Pero había tan pocos dragones en el mundo que Chu no encontró jamás dónde practicar su arte.




martes, 11 de septiembre de 2012

El Eclesiastés: Capítulo II




El Eclesiastés

Capítulo II


Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. 
A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? 
Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. 
Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. 

Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. 
Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. 
Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música.
Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. 
No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. 
Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol. 

jueves, 28 de junio de 2012

Constantino Kavafis: Poesía Griega Moderna

Dos poemas de este gran señor.


LA CIUDAD
Dijiste: "Iré a otra ciudad, iré a otro mar.
Otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta.
Todo esfuerzo mío es una condena escrita;
y está mi corazón - como un cadáver - sepultado.
Mi espíritu hasta cuándo permanecerá en este marasmo.
Donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire
oscuras ruinas de mi vida veo aquí,
donde tantos años pasé y destruí y perdí".
Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás
por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo
y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar -no esperes-
no hay barco para ti, no hay camino.
Así como tu vida la arruinaste aquí
en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste.


ÍTACA
Cuando salgas en el viaje, hacia Ítaca
desea que el camino sea largo,
pleno de aventuras, pleno de conocimientos.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al irritado Poseidón no temas,
tales cosas en tu ruta nunca hallarás,
si elevado se mantiene tu pensamiento, si una selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo embarga.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
y al feroz Poseidón no encontrarás,