"No escribo para ser entendido, escribo para comprender"

Robert Cecil Day-Lewis (1904-1972),
poeta irlandés

miércoles, 30 de marzo de 2011

EL RELATO DE CENTRAL Y UN SONETO DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ


Hoy, al salir del "lab" mi mente divagaba. Había tenido examen de Ciencia y Arte II y la memoria me había fallado. Recordaba el cuadro al verlo, mas no recordaba el nombre de la obra ni el nombre de su autor. Ahora lo chequé, se llama "Las fuerzas de la calle", de Boccioni.

En fin, sentí coraje al contemplar que tanto me había fallado la memoria. Realmente estoy incursionando en lo referente al Arte y la Pintura, ya que nunca antes me había interesado. ¿La razón? Supongo que ignorancia..

Fue por eso que decidí cursarla. Estaba decidida a aumentar mi cultura, aprender nuevas cosas, ampliar los horizontes, leer más.. Y cursar Ciencia y Arte II en la Facultad me pareció una buena oportunidad para ello.

Como decía, hoy me sentía molesta.

Salí muy temprano del examen. Observé mi reloj. Faltaban sesenta y tantos minutos. "¿Qué hago, qué hago?" pensé. Observé al interior de mi mochila. Traía dos pequeños fascículos de una enciclopedia que compré de manera aislada en uno de esos tantos "puestecitos" de libros viejos. Los libros trataban precisamente de arte. Fastidio. Precisamente algo que no quería recordar. Rebusqué para encontrar a "Shakespeare". ¡Nada! Lo había olvidado en casa. Miro nuevamente el reloj. ¡Rayos! Ya una hora. "¡Central!" pensé. ¡Eso era! Una hora era tiempo suficiente para ir y distraerme un rato. Posiblemente buscaría el "libro de ruso", o quizás el de "Walter Scott". En fin, ¡no perdamos tiempo!

...

Cuando llegué a Central hice varios descubrimientos. El libro de ruso no estaba, entonces fui a buscar la biografía de Walter Scott. El libro es viejo y no sale ya de la "biblio"; entonces decidí fotocopiar. Sólo alrededor de 70 páginas. 12 pesos en total. Divisé el otro extremo de la biblioteca. La sección de diccionarios, enciclopedias, colecciones. Decidí entrar. Vi los estantes de guías de ciudades. Me encaminé hacia la zona de diccionarios. Entonces lo ví. Decía "Historia de la Literatura Universal", creo. Eran varios tomos, y bastantes gruesos. Hubo un título que brilló de repente. "Romanticismo y Realismo". Lo tomé. Me dirigí a la mesa y me dispuse a disfrutarlo. Miré el reloj. Media hora. ¡Rayos! Pero en fin, media hora era buen tiempo.

Recuerdo que traía versos y fragmentos de obras en su idioma original. Posteriormente era traducido. Los cuadros, las pinturas que ilustraban se antojaban deliciosas. Venía dividido en capítulos y cada uno tenía al final una sección de fragmentos literarios. Vi de repente el retrato de Walter Scott. Después, al llegar al Realismo en Inglaterra y Rusia, me topé con dos amores. Por un lado Dickens, y en un cuadrito venía un resumen de su entrañable obra "David Copperfield". Leí la breve reseña y leí. Nada podría ser más breve y más conciso que aquello. Si yo hubiese leído dicho contenido antes de leer la novela, posiblemente no me hubiese interesado.

El otro amor fue Tolstoi. Vi su retrato y no era la primera vez que lo contemplaba. Adoraba tanto sus ojos, su mirada, su pose, su barba larga. Había "limpieza en sus ojos", y en realidad la historia de su vida fue lo que me impactó más. Me avergüenza decirlo, no he decido ninguna obra de Tolstoi; sin embargo sé quién es, qué obras ha escrito, y he leído acerca de su vida. He pensado que, si él viviera, podría él ser mi amor. (Divagué, lo lamento).

En fin, este contacto me hizo feliz. Pensé "¿por qué no pasar aquí el tiempo? ¿por qué no darse la oportunidad de contemplar verdadera belleza?" Me sentí feliz pero vi mi reloj. Tenía que irme. Mas volveré...

...

En fin, hoy al salir del "lab" tenía en mente este soneto: En perseguirme, mundo ¿qué interesas? Cuando lo leía estaba en primaria. Recuerdo que me impactó mucho y me identifiqué con ciertas frases de Sor Juana. Aquí se los comparto.

SONETO

¿EN PERSEGUIRME MUNDO QUÉ INTERESAS?

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?



Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.

Y no estimo hermosura que, vencida,
es despojo civil de las edades,
ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor, en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.


Sor Juana Inés de la Cruz


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